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Literatura para el posconflicto: escribir, una labor de paz

 

Dentro del panorama de la literatura nacional la violencia es un tema innegable. La discriminación, la pobreza y la guerra son elementos que aún construyen la cotidianidad de muchos colombianos. El papel de la literatura es trabajar con un pasado de dolor para construir paz.

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Javier Alexánder Jiménez Cano / Julio Martín Cascavita Camacho

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La literatura, al igual que cualquier forma de expresión artística, tiene influencia en la vida de quien la practica. Según Luz Camacho, sicóloga, “la literatura es una forma de catarsis para los pensamientos, de enfrentarlos en forma de cuentos o poesía. Una forma de descansar la mente de algo que pesa”.

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Con referencia al conflicto colombiano y sus repercusiones en la vida de muchos, la literatura juega un papel fundamental. Según la psicóloga, esta disciplina no sólo se convierte en una forma de memoria de guerra, en un archivo de muertes, violaciones, robos y torturas, sino que es el primer paso para encarar “un pasado de sufrimiento y un futuro de incertidumbre”.

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Fundación de letras

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En Bogotá se encuentra la sede de “Letras y paz”, una fundación que `pretende impulsar la creación literaria en las regiones más damnificadas por el conflicto colombiano. Según su directora, Carol Calle, este proyecto no busca una paz llena de olvido, más bien pretende tener la valentía de recrear lo sucedido: “si bien para muchas víctimas hablar de su pasado puede ser muy duro, nosotros confiamos en que la literatura, más que el enfurecido periodismo o gritonas protestas, es la forma de no ser ciegos ante la guerra”.

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Para Calle, la literatura, dentro de la profundidad que puede adquirir, es el primer paso de muchas víctimas, las cuales están en la obligación de dejar de serlo, de arrancarse el letrero de víctimas vulnerables. “A la hora de trabajar en los pueblos la gente está muy metida en su rol de los que sufren, no expresan una identidad propia. Con la literatura muchos alcanzan su propio estilo, se convierten en ellos mismos”.

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Temáticamente “Letras y paz” no se cierran a trabajar con los textos referentes a la guerra, a ellos les interesan todas las historias. “Es muy alentador cuando un niño que ha vivido en carne fría el conflicto en vez de hablar sobre explosiones o droga escribe fábulas de animales, fútbol, héroes increíbles; eso también es literatura para la paz”.

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Dibujando el conflicto

 

Además de la literatura, algunos ilustradores también han utilizado su oficio para retratar los pormenores de la guerra. Gilberto Sierra, diseñador gráfico, cree que a través de las imágenes se puede entender de una manera distinta lo que implica ser víctima en un conflicto armado. “Una foto te da una mirada directa a lo que sucede, un rostro, un sentimiento. La ventaja de una ilustración es que a través de ellas puedes tratar un tema delicado sin eludir a él directamente”.  

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Así, hacer una crítica o eludir a algo tan delicado como las minas antipersonal puede hacerse sin necesidad de recurrir a imágenes crudas de dolor o mutilamiento. Varias de las ilustraciones de Sierra se atreven a abordar distintas situaciones de este tipo, “es una mezcla entre ser dinámico y ser sutil”.

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Pero no solamente ilustradores independientes se atreven a retratar el dolor de muchos. En 2013, varios ilustradores aceptaron una propuesta del Banco de la República que los invitaba a participar en el proyecto La Paz se toma la palabra, una iniciativa de la Agencia Colombiana para la Reintegración que busca convertir el arte una herramienta efectiva que contribuya a la transformación social.

 

El resultado fue Frente al otro, libro que presenta los encuentros de los ilustradores invitados con varias víctimas del conflicto armado, tanto reintegrados como ciudadanos comunes,  y los narra a través de dibujos. Además de la articulación de arte y reconciliación, el proyecto se propone darle rostro humano a muchos que han sido estigmatizados, a pesar de ser una víctima más. Como menciona en el libro Otoniel Romero, profesional reintegrador de la ACR: “son seres humanos”. Así, con esa frase, contundente y sencilla, Romero resume el espíritu del proyecto.

 

A través de la cultura, muchas víctimas y reinsertados pueden tener una oportunidad en reconstruir sus vidas. Para Otoniel Romero, lo primero es remover las distinciones y ver a todos por igual. “Solo así es que se llega a la reconciliación, que es un proceso que construimos entre todos. Tenemos que dejar de hablar de victimarios y de víctimas y reconocerlos como personas del conflicto, ese debe ser el primer paso. Eso es algo que solo el arte permite.”

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Jornada de alfabetización, imagen de "Letras de paz"

Desplazado en la Plaza de Bolívar.

Ilustración de paz. 

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