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Sabores extranjeros

Rondan Bogotá

Por: Laura Camila Muñoz

En temas sociales, económicos, poblacionales, culturales e, incluso, de infraestructura, Cundinamarca ha tenido un crecimiento exponencial y significativo, permitiendo la llegada de inversionistas inmigrantes, amantes de la cocina. 

Según la Encuesta Multipropósito de 2014, realizada por el Departamento Admistrativo Nacional de Estadísticas (Dane), la tasa de ocupación en el municipio de La Calera es de 60,1%, es decir, 4,9 puntos porcentuales por encima del promedio de la Sabana que alcanza el 55,2%. Parte de este buen índice, se debe a que hasta el lugar han llegado extranjeros con ideas y negocios como el de los restaurantes, en donde emplean a quienes habitan la región. 

Es el caso de los Garay, una familia argentina que llegó hasta La Calera con la misión cristiana de ayudar a jóvenes con problemas de drogadicción. Así surgió la Fundación Libertad Eterna, que hoy protege a diez personas y que encontró en las empanadas del chef argentino, Edson Centeno, la forma de sostenerse. Así es como se ofrecen a domicilio y por solo $1.500, rellenas de carne o pollo y preparadas al horno.  

                      

En el camino hacia Guasca

Al norte de La Calera, tras andar 24,2 kilómetros, el francés Gilbert Staffelbach encontró el lugar para hacer realidad su sueño: el restaurante La Petite Alsace. El nombre es un homenaje a Alsacia, la región francesa que limita con Alemania y Suiza y son los platos típicos del lugar europeo los que se ofrecen en la carta. 

 

Atendido por su propietarios y sus tres hijos, que hacen las veces de meseros, la especialidad de allí es el Alsaciano, un plato compuesto por chuleta de cerdo y cabeza de lomo ahumado cocinados en cerveza y acompañado de salchicha, repollo morado, chucrut y papa reusti. 

En Guasca 

Fundado en el año 1600 y con una población de 14.759 habitantes, el municipio tiene una temperatura promedio de 15º centígrados, perfecta para la producción orgánica de hortalizas, aromáticas, zanahorias, alverjas, arándanos y quinua. César Humberto Ayerbe, encargado del Desarrollo Económico en Guasca, explica que ello ha llevado al aumento de la producción orgánica mensual, que pasó de 170 a 300 kilos de productos como las hortalizas.  

En este paisaje de cultivos de hortalizas vive la familia de Richard Stewart desde 1986. Este estadounidense de 77 años, que estudió cultura, filosofía y artes y amante del budismo, llegó a Guasca con la idea de abrir un restaurante de cocina internacional. El lugar ha tenido tanto éxito, que los visitantes empezaron a pedir pasar la noche y es así como poco a poco han ido ampliando el lugar y ahora cuenta con 15 habitaciones, y los planes son tener 10 más en un futuro cercano.  

Café La Huerta, que tiene 15 empleados entre semana y, los fines de semana entre 30 y 35, tiene un valor agregado, pues ha influido en el desarrollo económico de la región al adquirir en la misma zona los productos que ofrece a sus clientes. Huevos de campo, vegetales, hortalizas y flores comestibles de Guasca, componen la carta escrita por Stewart.

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